Los residentes de Starbase votaron ser la ciudad de SpaceX. Ahora les ha llegado una carta sobre el derecho a su propiedad

Publicado el 02/06/2025 por Diario Tecnología
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Los residentes de Starbase votaron ser la ciudad de SpaceX. Ahora les ha llegado una carta sobre el derecho a su propiedad

En mayo, los residentes de la pequeña comunidad que rodeaba la sede de SpaceX en Boca Chica, al sureste de Texas, llevaron a cabo una votación histórica. Una abrumadora masa lo hacía a favor de constituir la ciudad de StarBase, lo que más o menos venía a ser que la compañía de Elon Musk se convertía en “casi” dueña del enclave, con unos niveles de autonomía jamás vistos hasta ahora.

Por eso, la carta que les acaba de llegar a los residentes ha sido una sorpresa.

Experimento urbano. La transformación del antiguo poblado texano de Boca Chica en la ciudad corporativa de Starbase representa mucho más que un simple cambio de nombre. Concebido como el epicentro de las operaciones espaciales de SpaceX y, como decíamos, votado mayoritariamente por una población compuesta en gran parte por empleados de la compañía, Starbase ha pasado ahora a una nueva fase de reorganización territorial.

El problema. Que un memorando difundido por el administrador de la ciudad, Kent Myers, advierte a muchos residentes que podrían “perder el derecho a continuar usando su propiedad para el uso actual” debido a una propuesta de rezonificación que será debatida el 23 de junio.

El documento es explícito: quienes poseen terrenos en el área afectada podrían verse forzados a modificarlos o abandonarlos si no se ajustan al nuevo plan urbanístico. La ciudad planea convertirse en una zona mixta de residencias, oficinas y servicios, aunque en la práctica el modelo de desarrollo está orientado casi exclusivamente a respaldar la expansión de SpaceX y sus instalaciones de lanzamiento.

Ciudad-empresa. Contaban en Fortune que el proyecto urbanístico de Starbase recupera, con rasgos tecnológicamente sofisticados, pero políticamente inquietantes, el modelo de las antiguas "company towns" norteamericanas: urbes donde la empresa propietaria era también el empleador, regulador y en muchos sentidos soberano del espacio. De hecho, el alcalde actual, Robert Peden, veterano de 12 años en SpaceX, y la mayoría del electorado está compuesto por trabajadores de la compañía.

Esta estructura crea una fusión entre gobernanza civil y objetivos corporativos, donde el interés público se ve subordinado al plan industrial de una sola entidad. En este contexto, decisiones clave como la rezonificación, las restricciones de movilidad o el acceso a bienes comunes como las playas ya no son dirimidas en una plaza pública abierta, sino dentro del perímetro de una lógica privada amparada por estructuras legales locales.

Restricción de espacio públicos. Una de las consecuencias más visibles del avance de SpaceX en Starbase ha sido la progresiva restricción del acceso a Boca Chica Beach, una franja costera de gran valor ambiental y espiritual, especialmente para la tribu Carrizo/Comecrudo. Con el argumento de garantizar la seguridad durante los lanzamientos, se han multiplicado las restricciones de paso, y recientemente el Senado de Texas aprobó una legislación que permite a las autoridades locales cerrar la playa entre semana y limitar su uso durante los fines de semana.

Organizaciones ecologistas han denunciado que, bajo el pretexto de seguridad, se está consolidando un “sistema diseñado para darles una playa privada de facto”. La apropiación de un bien público para fines corporativos despierta críticas y pone en entredicho la compatibilidad entre las promesas de inversión económica y los derechos colectivos.

Implicaciones globales. Es la última de las patas que asoma con la deriva que está tomando el caso de Starbase. Su consolidación no solo constituye un experimento local, sino también un posible modelo para futuras colonias empresariales con aspiraciones de soberanía funcional. Explicaba Fortune que si se puede transformar un asentamiento costero en un municipio corporativo con derecho a dictar usos del suelo, condicionar la permanencia de residentes no afiliados y gestionar infraestructuras públicas como una playa, también se abren las puertas a una forma avanzada de privatización territorial.

En un mundo donde las megacorporaciones como SpaceX, Tesla o X (sí, todas de Musk) concentran cada vez más poder económico y simbólico, Starbase podría servir de ensayo general para proyectos similares en otras regiones con regulaciones laxas. Si se quiere también y puestos a pensar en clave Musk, si la promesa es que estas ciudades sean plataformas para la expansión interplanetaria, la experiencia texana sugiere que, antes de conquistar Marte, la conquista puede empezar con la geografía política de la Tierra.

Imagen | Alexander Hatley

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