Lo sorprendente es que la luz siga encendida el 99% del tiempo: los apagones de España y de Londres son un buen ejemplo
Publicado el 02/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
Hace un par de meses, un incendio en una subestación dejó sin electricidad a una parte de Londres y paralizó temporalmente el aeropuerto de Heathrow. Un mes después, la península ibérica sufrió un apagón masivo. Dos incidentes separados por kilómetros, pero unidos por una misma pregunta: ¿qué tan frágil es realmente la red eléctrica?
Más de lo que se piensa. El experto en energía, Simon Gallagher ha abordado este tema, descartando categóricamente las teorías de sabotaje o negligencia sistemática apoyándose en datos proporcionados por UK Power Networks (UKPN) y Scottish and Southern Electricity Networks (SSEN). Según Gallagher, los fallos en transformadores no solo son comunes, sino también esperables en un sistema tan complejo. UKPN, por ejemplo, reportó unas 400 fallas de transformadores al año, aunque solo unas 30 afectan a más de 500 clientes. A pesar de que estos fallos puedan afectar desde pequeños transformadores en postes rurales hasta grandes unidades urbanas, la cifra se ha mantenido estable.
¿Es estable? Simon Gallagher está basándose en el informe anual de UKPN de 2024, donde el cliente promedio estuvo sin electricidad apenas 29 minutos en todo el año, lo que equivale a una disponibilidad del servicio del 99.994%. Este nivel de fiabilidad es resultado de años de inversión y mejora continua. Desde 2010/11, UKPN ha reducido sus minutos perdidos por cliente en un 55% y las interrupciones en un 43%.
Un sistema muy controlado. El sistema eléctrico británico está diseñado con un alto grado de resiliencia. Cuando un componente falla, existen rutas alternativas por las que puede redirigirse la electricidad, evitando interrupciones. Esta capacidad se complementa con tecnologías de detección automática de fallos, que aíslan las averías en cuestión de segundos y, en muchos casos, restablecen el suministro sin intervención humana, gracias a redes autorreparables o self-healing grids. A esto se suma el mantenimiento predictivo, que permite sustituir o reparar componentes antes de que fallen, y una jerarquía de equipos que minimiza el impacto de las averías: un fallo en un transformador de baja carga afecta poco, mientras que los de alta tensión reciben mayor protección. Esta arquitectura robusta está respaldada por el marco regulador RIIO-ED2, impulsado por Ofgem, que obliga a las distribuidoras a mantener estándares estrictos de fiabilidad y respuesta.
Entonces, ¿el apagón de España? Mientras que el sistema eléctrico británico se apoya en una red jerárquica con alta redundancia, mantenimiento predictivo y tecnologías de autorreparación, el reciente apagón en la península ibérica ha mostrado que la resiliencia del sistema español necesita evolucionar en otra dirección. Cuanto más se sabe del incidente, menos peso tiene la explicación inicial centrada en la falta de inercia por las renovables.
En cambio, emergen como factores clave la ausencia de almacenamiento distribuido, la falta de microrredes capaces de aislarse temporalmente del sistema principal y la escasa capacidad de respuesta local. El apagón, aún a falta de informaciones oficiales hasta ahora sabemos que no se debió a un fallo de generación sino a una desconexión en cadena, agravada por una arquitectura centralizada que no pudo contener el efecto dominó. Esto ha reavivado el debate sobre la necesidad de modernizar la red; en ese sentido, el modelo británico no solo destaca por su robustez técnica, sino también por su anticipación regulatoria frente a escenarios de alta penetración renovable.
Lo invisible que funciona. En un mundo donde lo que falla llama más la atención, vale la pena recordar lo extraordinario de que, pese a cientos de fallos técnicos diarios, la electricidad siga llegando a nuestras casas sin interrupción. Como ha concluido Simon Gallagher: “Todo falla... y, sin embargo, las luces siguen encendidas”.
Imagen | Agência Senado
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