Corea del Sur le acaba de tender la mano a Corea del Norte con un gesto histórico: apagando la música de sus altavoces
Publicado el 13/06/2025 por Diario Tecnología Artículo original
La historia entre las dos Coreas ha estado plagada de desencuentros. Pongamos como ejemplo los últimos doce meses: Corea del Sur recibió una lluvia de globos cargados de basura, y la réplica al “vecino” llegó en forma de drones y propaganda, a lo que “el norte” respondió marcando al enemigo en la mismísima constitución. La venganza del norte fue un estruendo en forma de ruido, y el sur no fue menos con una playlist infinita de K-Pop.
Y, de repente, uno de los dos ha sacado la bandera blanca, y el otro le ha seguido.
Silencio en la frontera. En lo que podría considerarse como un hecho histórico, un giro simbólico y estratégico hacia la reconciliación, Corea del Sur ha apagado los altavoces de propaganda que durante el último año transmitían canciones de K-pop sin parar junto a noticias y mensajes ideológicos a través de la frontera con Corea del Norte. La decisión, tomada por el nuevo presidente surcoreano Lee Jae-myung, marca uno de sus primeros pasos concretos para rebajar las tensiones entre Seúl y Pyongyang, tras años de deterioro bajo su predecesor, Yoon Suk Yeol.
La medida pretende restablecer canales de confianza y diálogo en una península que sigue técnicamente en guerra desde 1953. Según explicó su portavoz, la suspensión busca “restaurar la confianza en las relaciones intercoreanas y construir la paz en la península coreana”.
La guerra del sonido. Ya lo decíamos al inicio. La política anterior había derivado en una escalada peculiar, pero de lo más intensa: mientras Corea del Sur usaba altavoces de gran potencia para emitir música pop y noticias dirigidas a soldados y civiles del Norte, Pyongyang respondía con sus propios equipos de sonido, generando ruidos perturbadores que afectaban la vida cotidiana en pueblos surcoreanos fronterizos.
Contaba el New York Times que, para protegerse del ruido, muchos residentes instalaron ventanas con doble acristalamiento y sistemas de aislamiento. A su vez, el conflicto se trasladó al cielo, con activistas surcoreanos (muchos desertores del Norte) enviando globos cargados de panfletos críticos hacia Pyongyang, a los que el régimen norcoreano replicó con globos llenos de colillas y basura. Esta dinámica de represalias mutuas agravó aún más una relación ya marcada por la hostilidad y la desconfianza.

Cambio de rumbo. El expresidente Yoon Suk Yeol, depuesto tras imponer brevemente la ley marcial en diciembre y acusado de fomentar el conflicto con Corea del Norte, había promovido el uso de propaganda como medio para socavar el control informativo de Kim Jong-un. Su gobierno no solo defendió los altavoces, sino que también alentó el envío de globos como parte de una ofensiva ideológica en nombre de la libertad de expresión.
En contraste, Lee Jae-myung, elegido en parte por su promesa de reducir tensiones, ha pedido a los activistas que cesen en el lanzamiento de panfletos, argumentando que estas acciones no mejoran el acceso de los norcoreanos a información externa, sino que elevan el riesgo de represalias armadas y ponen en peligro a las comunidades fronterizas del Sur.
Pragmatismo estratégico. Por otro lado, organizaciones de derechos humanos y activistas han criticado duramente las decisiones del nuevo gobierno, acusándolo de ceder ante Pyongyang y de limitar la libertad de expresión en Corea del Sur. Argumentan que, al interrumpir los altavoces y desalentar los globos, se priva a los ciudadanos del Norte de uno de los pocos accesos posibles a información del mundo exterior.
Por su parte, el gobierno surcoreano ha señalado que podría recurrir a leyes de aviación y seguridad pública para impedir estas prácticas, al considerar que elevan el riesgo de confrontación directa y ponen en peligro a los habitantes locales, quienes en muchos casos han expresado su alivio ante la reciente calma sonora en la frontera.
Hay tregua, pero frágil. Es la última de las patas a analizar. La reacción de Corea del Norte a este gesto de distensión no ha sido inmediata, aunque al día siguiente también cesó sus propias transmisiones por altavoz, lo que sugiere una respuesta positiva, al menos momentánea.
Con todo, el contexto general continúa siendo tenso. Bajo el liderazgo de Kim Jong-un, el régimen ha endurecido su postura hacia el Sur, declarando abiertamente que ya no busca la reunificación y que tratará a Corea del Sur como enemigo a derrotar en caso de guerra. Además de cortar todos los vínculos terrestres entre ambos países, Corea del Norte ha intensificado sus ensayos con misiles nucleares y ha rechazado todo tipo de diálogo con Seúl y Washington.
Un nuevo intento. Lo que sí parece claro es que, aunque apagar los altavoces no va a resolver los múltiples frentes abiertos en la relación intercoreana, sí representa un gesto significativo en medio de un ciclo prolongado de confrontación sonora y simbólica. Al suspender unilateralmente estas acciones, Lee Jae-myung busca establecer las bases de una nueva narrativa política, basada en la reducción de tensiones y la reconstrucción de canales diplomáticos.
Qué duda cabe, el equilibrio entre principios democráticos, seguridad nacional y realismo geopolítico sigue siendo delicado. Pero por ahora el silencio reina en la frontera, y es posible que el futuro de esta tregua dependa de si el Norte o el Sur acaban volviendo a encender los decibelios de sus altavoces.
Imagen | Driedprawns
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