Cada vez más parejas abrazan una costumbre que hasta ahora era un tabú: el "divorcio del sueño"

Publicado el 22/05/2025 por Diario Tecnología
Artículo original

Cada vez más parejas abrazan una costumbre que hasta ahora era un tabú: el "divorcio del sueño"

Dormir juntos lleva siendo desde hace décadas un símbolo incuestionable del amor conyugal. Hoy empieza a parecer más bien una convención que no es del todo cómoda para todo el mundo.

La idea de que una pareja debe compartir cama cada noche ya no parece tan obvia ni asumible como antaño: el descanso gana terreno al ritual.

Qué está ocurriendo. El llamado sleep divorce (o ‘divorcio del sueño’) crece en popularidad. Consiste en dormir en camas o incluso en habitaciones separadas. Según la American Academy of Sleep Medicine, el 43% de los millennials en Estados Unidos ya lo practica ocasional o regularmente.

En España, un 40% lo ha considerado, aunque aún pesa el estigma. ¿La motivación principal? Dormir mejor.

Entre líneas. El sueño compartido ya no se interpreta de forma unívoca. Para muchas personas, dormir mal por causa de la pareja —ronquidos, insomnio, ritmos distintos— afecta más al vínculo que dormir separados.

La decisión suele surgir tras intentos de adaptación o después de episodios prolongados de mal descanso. No es tanto una ruptura de hábitos como un reajuste.

En perspectiva. El uso de la cama como símbolo de unidad conyugal es relativamente reciente. Históricamente, las clases altas dormían separadas, y las camas compartidas fueron más un recurso funcional de las clases populares.

Con el tiempo, la cama matrimonial adquirió una fuerte carga simbólica... que hoy está en los inicios de una revisión. El descanso empieza a pesar más que el símbolo.

  • Dormir mal de forma continuada está vinculado a mayor irritabilidad, menor empatía y más conflictos de pareja.
  • Las interrupciones en el sueño de uno tienden a arrastrar al otro.
  • Frente a esto, dormir por separado puede ofrecer una solución práctica, sin que implique necesariamente pérdida de vínculo ni disminución del deseo.

Sí, pero. No todas las parejas lo viven igual. En algunos casos, uno de los miembros acepta con reticencia, por miedo a que la distancia nocturna acabe generando también una distancia emocional. Otros temen perder espacios de intimidad o espontaneidad sexual.

  • En El País, una mujer explica cómo su pareja fue quien propuso dormir en habitaciones separadas: “Al principio, me sentó fatal. ¡Ya no me quiere!, pensé”. Solo más adelante lo vivió como un alivio . Su testimonio refleja un patrón común: cuando la propuesta no es mutua, puede despertar inseguridad emocional.
  • BBC Mundo cita a la psiquiatra Stephanie Collier, quien advierte que, para muchas parejas que apenas coinciden durante el día, el momento de acostarse es su único espacio íntimo.

Separarse en ese tramo requiere “reconfigurar los momentos de conexión”, o la separación nocturna podría derivar en resentimiento si no está hablada y acordada. La decisión no siempre es simétrica ni sencilla.

El fenómeno empieza a tener eco fuera del ámbito doméstico. Según la AASM, un 37% de las parejas prefiere camas separadas durante sus estancias en hoteles. La priorización del descanso puede ir cambiando la idea de la intimidad en las relaciones.

Imagen | Clay Banks

En Xataka | Lo cerca (y lo lejos) que estamos de no dormir nada en absoluto: por primera vez en la historia, tenemos una pequeña vía para intentarlo

utm_campaign=22_May_2025"> Javier Lacort .