Se suponía que la IA iba a abaratar costes y reducir personal. El anuncio de Coca-Cola ilustra lo mucho que nos equivocábamos
Durante años, la narrativa dominante en torno a la inteligencia artificial ha girado en torno a su potencial transformador: una fuerza imparable destinada a optimizar procesos, disparar la eficiencia y, de manera casi inherente, reducir drásticamente los costes operativos y las plantillas de personal. Se nos vendió la idea de un futuro donde las máquinas inteligentes asumirían las tareas repetitivas y hasta las creativas, liberando a los humanos para dedicarse a labores más "estratégicas" o, en el peor de los escenarios, dejando a muchos sin empleo. Sin embargo, un reciente anuncio de una de las marcas más icónicas del mundo, Coca-Cola, no solo pone en entredicho esta simplificación, sino que la desmantela con una ironía aplastante. Lejos de ser un producto de una IA autónoma y barata, la campaña "Crear con IA" de Coca-Cola se erige como un potente recordatorio de que, al menos por ahora, la promesa de la automatización total y de la reducción masiva de costes es mucho más compleja y, a menudo, más costosa de lo que inicialmente imaginábamos. Este caso no solo es una anécdota, sino una ventana a una realidad empresarial y tecnológica mucho más matizada, donde la IA, en lugar de ser una varita mágica para la eficiencia, se revela como una herramienta poderosa que requiere una inversión sustancial en talento humano y recursos para alcanzar su verdadero potencial.