La contradicción de la generación Z y los millennials: temen que la IA robe sus trabajos, pero cada vez la usan más

En el complejo tapiz de la era digital, dos generaciones —la Z y los millennials— se encuentran en una encrucijada fascinante, moldeada por el vertiginoso avance de la inteligencia artificial. Son las cohortes que han crecido con la tecnología como una extensión de su propia existencia, nativos digitales en el sentido más estricto del término. Sin embargo, detrás de esta familiaridad, subyace una profunda ambivalencia: un temor latente a que la IA desplace sus puestos de trabajo, coexistiendo paradójicamente con una adopción cada vez más generalizada y entusiasta de estas mismas herramientas en su vida profesional y personal. Esta dualidad no es meramente una curiosidad sociológica, sino un reflejo de las tensiones inherentes a la transformación tecnológica y sus implicaciones para el futuro del trabajo y la sociedad.

La paradoja de una generación digital: entre el miedo y la adopción

La contradicción de la generación Z y los millennials: temen que la IA robe sus trabajos, pero cada vez la usan más

La inteligencia artificial ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en una realidad palpable que permea casi todos los aspectos de nuestra vida, desde la forma en que interactuamos con nuestros dispositivos hasta las complejas operaciones de las grandes corporaciones. Para la generación Z y los millennials, esta omnipresencia no es una sorpresa; han sido testigos de su evolución en tiempo real. Han visto cómo los algoritmos pasaron de ser una curiosidad a convertirse en el motor invisible de las redes sociales, los motores de búsqueda y las plataformas de streaming. Ahora, con la explosión de la IA generativa, la conversación ha escalado a un nuevo nivel, planteando preguntas existenciales sobre la creatividad, la originalidad y, fundamentalmente, el valor del trabajo humano.

La paradoja es clara: por un lado, abundan las encuestas y los estudios que revelan una preocupación significativa entre estas generaciones sobre el impacto de la IA en el mercado laboral. Temen el desplazamiento, la obsolescencia de habilidades y la precarización que podría derivarse de la automatización masiva. Por otro lado, y a menudo de forma simultánea, estos mismos individuos son los primeros en experimentar y adoptar las últimas innovaciones en IA, integrándolas en sus flujos de trabajo, sus estudios e incluso sus actividades de ocio. Parece que hay una disonancia cognitiva, una suerte de "lo temo, pero lo uso porque me facilita la vida". Mi opinión personal es que esta tensión es comprensible; la comodidad y la eficiencia son poderosos incentivos, incluso frente a temores a largo plazo. Es como querer reducir el consumo de plástico, pero recurrir a la conveniencia de los productos envasados en momentos de prisa.

El temor a la pérdida de empleo: una preocupación palpable

El miedo a que la IA robe empleos no es infundado ni es algo que deba ser desestimado. La historia económica está marcada por revoluciones tecnológicas que han reconfigurado radicalmente el panorama laboral, desde la Revolución Industrial hasta la era de la informatización. Cada avance ha traído consigo la eliminación de ciertos trabajos y la creación de otros nuevos. La diferencia con la IA actual es su capacidad para replicar, e incluso superar, ciertas funciones cognitivas humanas que antes se consideraban exclusivas de nuestra especie.

Raíces del miedo: automatización y desplazamiento laboral

Las raíces de este miedo se asientan en la observación directa de cómo la IA está comenzando a automatizar tareas que antes requerían intervención humana. Pensemos en el servicio al cliente, donde los chatbots están reemplazando cada vez más a los operadores humanos para consultas rutinarias. O en la entrada de datos y el análisis de documentos, donde algoritmos pueden procesar información a una velocidad y escala inalcanzables para una persona. Incluso en campos creativos o altamente cualificados, como la redacción de contenidos, el diseño gráfico o la programación, herramientas de IA generativa están demostrando una capacidad sorprendente para producir borradores, sugerir ideas o incluso escribir código funcional.

Este panorama genera una inquietud particular en la generación Z y los millennials, quienes a menudo ya enfrentan mercados laborales competitivos, salarios estancados, deudas estudiantiles y un elevado costo de vida. La perspectiva de que una nueva ola de automatización desplace aún más puestos de trabajo de nivel de entrada o haga obsoletas habilidades que les tomó años adquirir es, cuanto menos, desalentadora. Un estudio del Foro Económico Mundial, por ejemplo, ha proyectado que la IA podría desplazar millones de empleos en la próxima década, aunque también se espera que cree otros tantos. Puedes leer más sobre estas proyecciones y su impacto potencial en el futuro del trabajo en este informe (link a informe del Foro Económico Mundial). La ansiedad se agrava al considerar que, a diferencia de revoluciones anteriores que afectaron principalmente trabajos manuales o rutinarios, la IA contemporánea tiene la capacidad de impactar sectores que tradicionalmente se consideraban seguros, como el periodismo, el derecho o la medicina.

La adopción silenciosa (y no tan silenciosa) de las herramientas de IA

A pesar de los temores expresados, la realidad es que estas generaciones son las pioneras en la integración de la IA en su vida diaria y profesional. La adopción no es solo una cuestión de curiosidad, sino de pragmatismo. Cuando una herramienta promete mejorar la productividad, facilitar el aprendizaje o potenciar la creatividad, el atractivo es innegable.

Productividad, creatividad y eficiencia: los motores del uso

La IA se ha convertido en un "copiloto" indispensable para muchos. Un estudiante puede usar una IA para resumir artículos complejos o para generar ideas para un ensayo. Un joven profesional puede emplear herramientas de escritura asistida por IA para redactar correos electrónicos, informes o incluso propuestas de marketing en una fracción del tiempo. Los desarrolladores están utilizando asistentes de código como GitHub Copilot para acelerar la programación, corregir errores y aprender nuevas sintaxis. Los diseñadores gráficos experimentan con herramientas de IA generativa para crear prototipos, texturas o ilustraciones a partir de simples descripciones de texto.

La narrativa predominante aquí es la de la mejora de la eficiencia y la productividad. La IA no reemplaza la inteligencia humana, sino que la amplifica. Permite a los individuos delegar tareas repetitivas o que consumen mucho tiempo, liberándolos para concentrarse en aspectos más estratégicos, creativos o que requieren habilidades interpersonales complejas. Es una forma de maximizar el tiempo y el talento, y en un entorno profesional cada vez más exigente, este valor añadido es difícil de ignorar. Mi opinión es que si bien el miedo es genuino, la experiencia directa de los beneficios de la IA en la productividad diaria es un catalizador muy potente para su adopción. Nadie rechaza una herramienta que le ayuda a terminar su trabajo más rápido y mejor, o a superar el bloqueo creativo. Para un vistazo a algunas de estas herramientas y cómo se utilizan, puedes explorar artículos como este sobre las mejores herramientas de IA para productividad.

La brecha entre la percepción pública y el uso privado

Quizás uno de los aspectos más intrigantes de esta paradoja es la desconexión que a menudo existe entre la postura pública de un individuo sobre la IA y su comportamiento privado. Al igual que con otras cuestiones socialmente sensibles, puede haber una reticencia a admitir públicamente el uso de herramientas de IA, especialmente si existe un temor a ser percibido como dependiente o a que su uso desvalorice el propio trabajo. Sin embargo, en la privacidad de su ordenador o dispositivo móvil, la integración de la IA es fluida y constante.

Esta brecha también se observa en el ámbito empresarial. Muchas organizaciones están lidiando con políticas de IA que a menudo van a la zaga de la rápida adopción por parte de sus empleados. Los equipos pueden estar utilizando herramientas de IA no aprobadas oficialmente para mejorar su desempeño, creando un "uso en la sombra" que las empresas eventualmente deberán abordar. Esta situación subraya que la utilidad de la IA a menudo supera las barreras impuestas por la cautela institucional o la preocupación individual. La gente encuentra formas de incorporar lo que funciona, y luego las políticas y las percepciones se ajustan.

¿Es el miedo una barrera o un catalizador para el aprendizaje?

La ambivalencia hacia la IA puede ser vista no solo como un conflicto, sino como una fuerza motivadora. El miedo a ser reemplazado por una máquina puede impulsar a los individuos a aprender nuevas habilidades y a adaptarse, transformando la ansiedad en un catalizador para el crecimiento personal y profesional.

Adaptación, reskilling y la nueva alfabetización digital

Frente a la amenaza de la automatización, la respuesta más lógica y efectiva es la adaptación. Esto implica un enfoque proactivo en el "reskilling" (recualificación) y el "upskilling" (mejora de habilidades). Las generaciones Z y millennials, ya acostumbradas a un ritmo acelerado de cambio tecnológico, tienen una ventaja inherente en este aspecto. Son nativos de la cultura del aprendizaje continuo y están más predispuestos a buscar nuevas formas de adquirir conocimientos.

La nueva alfabetización digital no solo implica saber usar las herramientas de IA, sino entender sus fundamentos, sus limitaciones y sus implicaciones éticas. Se trata de desarrollar habilidades de "prompt engineering" (ingeniería de peticiones) para interactuar eficazmente con modelos de lenguaje, de ser capaces de evaluar críticamente las salidas generadas por la IA y de integrar estas herramientas de manera responsable en los flujos de trabajo. Más allá de las habilidades técnicas, la IA realza el valor de las habilidades intrínsecamente humanas: el pensamiento crítico, la resolución creativa de problemas, la inteligencia emocional, la empatía y la capacidad de establecer conexiones interpersonales significativas. En este nuevo paradigma, la IA no es un competidor, sino un colaborador. Puedes profundizar en la importancia del reskilling en la era de la IA a través de recursos como los ofrecidos por plataformas de aprendizaje online (link a Coursera sobre reskilling y upskilling).

El futuro laboral y la simbiosis humano-IA

La dicotomía de "AI roba trabajos" versus "AI crea trabajos" es probablemente una simplificación excesiva de un proceso mucho más matizado. El futuro laboral no se caracterizará por un reemplazo masivo y directo, sino por una transformación profunda de los roles y las industrias existentes.

Reimaginando roles y mercados laborales

Lo más probable es que veamos una proliferación de nuevos roles que giran en torno a la gestión, supervisión, personalización y mejora de los sistemas de IA. Habrá ingenieros de prompts, especialistas en ética de la IA, auditores de algoritmos, y formadores de IA, por nombrar solo algunos. Los trabajos existentes se "aumentarán" con la IA, lo que significa que los profesionales trabajarán mano a mano con algoritmos para mejorar su rendimiento. Un médico utilizará la IA para diagnosticar enfermedades con mayor precisión, un abogado para analizar vastas cantidades de jurisprudencia y un arquitecto para diseñar estructuras más eficientes y sostenibles.

La clave está en la simbiosis humano-IA. En lugar de ver la IA como una amenaza existencial, deberíamos considerarla como una oportunidad para delegar lo rutinario y lo repetitivo, permitiéndonos enfocarnos en lo que nos hace uniquely humanos: la creatividad, la innovación, el pensamiento estratégico y la conexión emocional. Los mercados laborales deberán adaptarse, y las políticas gubernamentales y educativas jugarán un papel crucial en facilitar esta transición, asegurando que nadie se quede atrás. Mi opinión es que una regulación inteligente y una inversión significativa en educación y capacitación serán esenciales para que esta transición sea equitativa y beneficiosa para la sociedad en su conjunto. Para una perspectiva sobre cómo los gobiernos y las empresas están abordando la regulación de la IA, se puede consultar el trabajo de organizaciones como la OCDE (link a Observatorio de Políticas de IA de la OCDE).

Reflexión final: navegando la ambivalencia tecnológica

La contradicción entre el temor y la adopción de la IA por parte de la generación Z y los millennials es un reflejo de la compleja relación que la humanidad siempre ha tenido con el progreso tecnológico. Cada avance ha traído consigo promesas de una vida mejor, pero también ansiedades sobre sus costos y consecuencias. Lo que estamos presenciando hoy es una versión acelerada de este ciclo.

En lugar de ver esta ambivalencia como una debilidad, deberíamos interpretarla como una señal de un engagement profundo y reflexivo. El miedo es una emoción humana natural ante lo desconocido y lo que amenaza la estabilidad. La adopción, por otro lado, es un testimonio de la capacidad humana para la adaptabilidad y la búsqueda incesante de la eficiencia y la mejora.

El desafío para estas generaciones, y de hecho para la sociedad en su conjunto, no es elegir entre el miedo y la adopción, sino aprender a navegar la tensión entre ambos. Significa abrazar la IA por sus beneficios, pero siempre con una mentalidad crítica y ética. Implica entender que la tecnología es una herramienta, cuyo impacto final depende de cómo la usemos y de los valores que la guíen. La generación Z y los millennials, con su profunda conexión con lo digital y su innata capacidad de adaptación, están en una posición única para liderar esta navegación, transformando el temor en un motor para construir un futuro laboral más inteligente, más humano y más equitativo. La conversación no debe ser si la IA viene por nuestros trabajos, sino cómo podemos usar la IA para mejorar nuestros trabajos y crear nuevas oportunidades. Para explorar más sobre la adopción responsable de la IA, recomiendo este artículo de la UNESCO (link a Recomendación de la UNESCO sobre la Ética de la IA).

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