El primer 'cerdo infinito' se está sirviendo en los restaurantes: cómo producir bacon real sin tener que matarlo

La mesa del futuro se está cocinando, y no en una granja, sino en bioreactores. Durante milenios, nuestra relación con la comida, y en particular con la carne, ha estado intrínsecamente ligada a la tierra, a los animales y a ciclos de vida y muerte. Sin embargo, estamos al borde de una revolución culinaria y ética que promete redefinir por completo lo que entendemos por "carne". Imaginen poder disfrutar de una rebanada de tocino crujiente, jugoso y aromático, con todo el sabor y la textura que amamos, pero sin que para su producción se haya tenido que sacrificar a un solo animal. Esta visión, que hasta hace poco parecía sacada de la ciencia ficción, es hoy una realidad palpable y ya está llegando a algunos de los restaurantes más innovadores del mundo. Nos adentramos en el fascinante universo del "cerdo infinito", una tecnología que no solo busca satisfacer nuestro paladar, sino también abordar algunos de los desafíos más urgentes de nuestro tiempo: la sostenibilidad ambiental, la seguridad alimentaria y el bienestar animal. ¿Estamos listos para este cambio de paradigma?

La revolución de la carne cultivada: un cambio de paradigma en la alimentación

El primer 'cerdo infinito' se está sirviendo en los restaurantes: cómo producir bacon real sin tener que matarlo

La humanidad se enfrenta a un dilema creciente. Por un lado, la población mundial sigue en aumento, proyectándose que alcanzará casi los diez mil millones de personas para 2050, lo que intensificará la demanda de alimentos, y en particular de proteínas animales. Por otro lado, la ganadería tradicional es una de las industrias más impactantes para el planeta, contribuyendo significativamente a la deforestación, el consumo de agua dulce, la emisión de gases de efecto invernadero y la contaminación de ecosistemas. La búsqueda de alternativas se ha vuelto imperativa, y es aquí donde emerge la carne cultivada como una de las soluciones más prometedoras, no como un sustituto, sino como una evolución de la forma en que obtenemos nuestros alimentos.

¿Qué es la carne cultivada y por qué es tan relevante ahora?

La carne cultivada, también conocida como carne de laboratorio, carne in vitro o carne celular, se refiere a la carne animal que se produce directamente a partir de células, sin necesidad de criar y sacrificar un animal completo. El proceso comienza tomando una pequeña muestra de células (biopsia) de un animal vivo, sin causarle daño. Estas células, a menudo células madre musculares, se nutren y se cultivan en un entorno controlado dentro de bioreactores, donde se les proporciona un medio de cultivo rico en nutrientes que imita el ambiente del cuerpo del animal. Bajo estas condiciones ideales, las células se multiplican y diferencian para formar tejido muscular y, en algunos casos, tejido graso, que son los componentes primarios de la carne que comemos.

La relevancia de esta tecnología en la actualidad es incuestionable. Estamos en un punto de inflexión. El ritmo de desarrollo tecnológico ha alcanzado una madurez que permite escalar la producción, y la conciencia global sobre la crisis climática y la ética animal nunca ha sido tan alta. Los avances en biotecnología celular, ingeniería de tejidos y biorreactores han permitido que lo que antes era una mera especulación científica se convierta en un producto tangible y, cada vez más, viable comercialmente. Es una respuesta directa y elegante a la pregunta de cómo podemos seguir disfrutando de la carne sin pagar el alto precio que actualmente cobra al planeta y a los animales.

Un breve recorrido histórico y el contexto actual de la innovación

Aunque la idea de cultivar carne en el laboratorio pueda parecer muy reciente, sus raíces se remontan a principios del siglo XX, con visionarios como Winston Churchill, quien ya en 1931 predijo que "en cincuenta años evitaremos el absurdo de criar un pollo entero para comer la pechuga o el ala, cultivando estas partes por separado en un medio adecuado". Sus palabras, aunque un poco adelantadas, encapsulan la esencia del concepto. Sin embargo, no fue hasta la década de 2000 cuando las investigaciones serias comenzaron a materializarse. El hito más significativo ocurrió en 2013, cuando el profesor Mark Post de la Universidad de Maastricht presentó al mundo la primera hamburguesa cultivada en laboratorio, con un costo asombroso de 325.000 dólares.

Desde entonces, el progreso ha sido exponencial. Decenas de empresas emergentes en todo el mundo han surgido, invirtiendo miles de millones en investigación y desarrollo. Lo que comenzó como un experimento de alto costo se ha transformado en una industria en auge, con el objetivo claro de reducir los costos, mejorar la escala y perfeccionar el sabor y la textura para igualar, o incluso superar, la carne tradicional. Países como Singapur y Estados Unidos ya han dado los primeros pasos regulatorios para permitir la venta de carne cultivada, abriendo la puerta a su comercialización y, finalmente, a su presencia en nuestras mesas.

El 'cerdo infinito': desentrañando la ciencia detrás del tocino sin sacrificio

El concepto de "cerdo infinito" se basa en la promesa de obtener un suministro inagotable de productos porcinos, como el tan apreciado tocino, a partir de una única línea celular, sin la necesidad continua de criar animales. Esto representa una verdadera proeza de la ingeniería biológica, donde la complejidad de la carne animal se replica con precisión en un entorno de laboratorio.

De las células al plato: el proceso científico

El proceso comienza con una pequeña muestra de células madre pluripotentes o células satélite musculares de un cerdo, obtenidas mediante una biopsia indolora. Estas células tienen la capacidad de dividirse y diferenciarse en varios tipos de células necesarias para formar tejidos complejos, como el músculo y la grasa. Una vez aisladas, las células se colocan en un bioreactor, que es un tanque estéril y controlado diseñado para replicar las condiciones fisiológicas del cuerpo de un animal.

Dentro del bioreactor, las células son nutridas con un medio de cultivo que contiene azúcares, aminoácidos, vitaminas, sales y factores de crecimiento, esenciales para su proliferación. Este medio es crucial; su composición precisa influye directamente en la velocidad de crecimiento y la diferenciación celular. A medida que las células se multiplican, se les proporciona un andamio (scaffold) comestible y biocompatible, a menudo hecho de proteínas vegetales o polisacáridos, que sirve como estructura de soporte tridimensional. Este andamio permite que las células se organicen y desarrollen la estructura fibrosa que caracteriza al tejido muscular y graso, imitando la arquitectura natural de la carne. La densidad, porosidad y flexibilidad del andamio son vitales para lograr la textura deseada. Una vez que el tejido ha crecido y madurado lo suficiente, se cosecha, se procesa y se prepara para su uso culinario. Para mí, la meticulosidad de este proceso es fascinante; es un testimonio de hasta dónde puede llegar la ciencia cuando se propone resolver problemas complejos con soluciones elegantes.

Sabor, textura y apariencia: ¿es realmente tocino?

Este es, quizás, el punto más crítico para la aceptación del consumidor. El tocino es más que un simple corte de carne; es una experiencia sensorial. Su aroma ahumado, su textura crujiente y jugosa, y su distintivo marmoleado de grasa y magro son características difíciles de replicar. Los científicos e ingenieros alimentarios están trabajando incansablemente para asegurar que el tocino cultivado no solo sea seguro, sino que sea indistinguible del tocino tradicional, si no superior en algunos aspectos.

El desafío principal radica en replicar la complejidad estructural y bioquímica de la carne. La grasa es fundamental para el sabor y la jugosidad del tocino. Las empresas están desarrollando métodos para cultivar células adiposas (grasa) junto con las células musculares, o incluso para inyectar grasas cultivadas o de origen vegetal en el tejido muscular para lograr ese equilibrio perfecto. La textura se logra manipulando el andamio y las condiciones de cultivo para que las fibras musculares se desarrollen adecuadamente, ofreciendo la resistencia y el desgarro característicos de la carne. La apariencia, incluyendo el color y el marmoleado, se refina mediante la adición de ingredientes naturales o técnicas de procesamiento específicas. Los primeros informes de degustación son muy prometedores, sugiriendo que el tocino cultivado puede ofrecer una experiencia culinaria idéntica o incluso mejorada, dado el control preciso sobre su composición y cocción. La posibilidad de personalizar el perfil nutricional, reduciendo grasas saturadas o aumentando ciertos nutrientes, es una ventaja adicional que no se puede ignorar.

Ventajas multifacéticas: más allá de la ética animal

Aunque la reducción del sufrimiento animal es un pilar fundamental de la carne cultivada, los beneficios de esta tecnología se extienden mucho más allá, abordando algunas de las problemáticas más apremiantes de nuestro siglo. Es una solución verdaderamente holística que impacta positivamente múltiples esferas.

Impacto medioambiental: una solución sostenible

La ganadería convencional es una de las industrias más voraces en términos de recursos y más contaminantes. Los datos son contundentes: produce alrededor del 14.5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, consume enormes cantidades de agua y es una de las principales causas de deforestación y pérdida de biodiversidad. Aquí es donde la carne cultivada brilla con fuerza.

Estudios de ciclo de vida sugieren que la producción de carne cultivada podría reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 78% y un 96%, el uso de tierra entre un 95% y un 99%, y el uso de agua dulce entre un 82% y un 96% en comparación con la carne de res tradicional. Estos números son impresionantes y ofrecen una esperanza real para mitigar el cambio climático y proteger nuestros recursos naturales. Además, la producción en bioreactores puede realizarse en entornos urbanos o semiurbanos, lo que reduce la necesidad de transporte y las emisiones asociadas. Para mí, la escala de este impacto potencial es lo que hace que esta tecnología sea no solo interesante, sino esencial para el futuro de nuestro planeta.

Para más información sobre el impacto ambiental, se puede consultar este estudio de The Good Food Institute: Análisis ambiental de la carne cultivada.

Seguridad alimentaria y salud pública: un futuro más seguro

La producción de carne cultivada ofrece ventajas significativas en términos de seguridad alimentaria y salud pública. En las granjas tradicionales, los animales están expuestos a diversos patógenos, lo que a menudo requiere el uso generalizado de antibióticos para prevenir y tratar enfermedades. Este uso excesivo contribuye a la creciente crisis de resistencia a los antibióticos, una amenaza global para la salud humana.

En un entorno controlado de bioreactor, la producción es estéril. Esto significa que el riesgo de contaminación por bacterias como la salmonella o E. coli, así como por virus y parásitos, se reduce drásticamente. No hay necesidad de antibióticos, lo que elimina la preocupación por la resistencia a los antimicrobianos. Además, la carne cultivada puede ser diseñada para tener perfiles nutricionales específicos, ajustando la cantidad de grasas saturadas, colesterol, vitaminas y minerales. Esto abre la puerta a productos cárnicos más saludables y adaptados a las necesidades dietéticas individuales, un nivel de control que es prácticamente imposible en la ganadería tradicional. La posibilidad de evitar zoonosis, enfermedades transmitidas de animales a humanos, también es un factor crucial que no debemos subestimar, especialmente en la era post-pandemia.

Viabilidad económica y aceptación del consumidor: desafíos y oportunidades

A pesar de sus múltiples ventajas, la carne cultivada enfrenta dos grandes desafíos: la viabilidad económica y la aceptación del consumidor. El costo de producción ha sido históricamente muy alto, pero gracias a los avances en la eficiencia de los medios de cultivo y la escalabilidad de los bioreactores, los precios están cayendo rápidamente. El objetivo es alcanzar la paridad de precios con la carne convencional, lo que se espera que ocurra en los próximos años. Las inversiones masivas y la optimización de procesos son clave para lograr esto.

La aceptación del consumidor es quizás el obstáculo más formidable. Existen preocupaciones sobre lo "natural", la seguridad y el factor "asco" que algunos pueden sentir hacia la carne "de laboratorio". Sin embargo, las encuestas muestran una creciente curiosidad y disposición a probarla, especialmente entre las generaciones más jóvenes y aquellos preocupados por la sostenibilidad. La clave estará en la transparencia, la educación y, por supuesto, en ofrecer un producto que realmente sepa y se sienta como la carne tradicional. Las regulaciones claras sobre el etiquetado también serán fundamentales para generar confianza. La comunicación honesta sobre cómo se produce y los beneficios que aporta será crucial para su adopción masiva.

El camino hacia la mesa global: de los laboratorios a nuestros restaurantes

La transición de un concepto de laboratorio a un producto accesible para el consumidor es un viaje complejo, lleno de innovación, inversión y estrictos controles. Los primeros pasos ya se han dado, marcando un hito en la historia de la alimentación.

Pioneros en la innovación: empresas y países a la vanguardia

Varios países y empresas están liderando la carrera para llevar la carne cultivada al mercado. Singapur fue el primero en aprobar la venta de carne cultivada en 2020, con la empresa GOOD Meat (parte de Eat Just) siendo la pionera en servir su pollo cultivado en restaurantes de la ciudad-estado. Este hito abrió las compuertas para un nuevo capítulo en la regulación alimentaria global.

En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y el Departamento de Agricultura (USDA) han establecido un marco regulatorio para la carne de pollo cultivada, dando luz verde a empresas como UPSIDE Foods y GOOD Meat para comercializar sus productos. Estas aprobaciones marcan un paso gigantesco hacia la disponibilidad masiva de carne cultivada en uno de los mercados de consumo más grandes del mundo. Empresas como Meatable en los Países Bajos están centrando sus esfuerzos en productos porcinos, incluyendo tocino y salchichas cultivadas, prometiendo una experiencia culinaria idéntica a la carne de cerdo tradicional. Otros jugadores clave incluyen a Aleph Farms (carne de res cultivada) e Mosa Meat (quienes hicieron la primera hamburguesa). La competencia y la colaboración entre estas empresas están acelerando el desarrollo y la comercialización a un ritmo asombroso.

Para conocer más sobre los avances regulatorios en EE. UU., puedes visitar la página de la FDA: FDA sobre carne cultivada.

Obstáculos regulatorios y el futuro de la aprobación

A pesar de los avances en Singapur y EE. UU., la aprobación regulatoria sigue siendo uno de los mayores desafíos a nivel mundial. Cada país y región tiene sus propios marcos legales y procesos de evaluación de seguridad alimentaria. En Europa, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) tiene un proceso riguroso para la autorización de "nuevos alimentos", y se espera que el camino para la carne cultivada sea igualmente exigente. Los debates sobre el etiquetado también son cruciales: ¿cómo se debe llamar a este producto para que sea claro para el consumidor sin generar prejuicios? Términos como "carne cultivada", "carne de células" o "carne in vitro" están en consideración.

La transparencia en los procesos de producción y una comunicación clara y concisa por parte de los fabricantes y reguladores serán esenciales para construir la confianza del público. A medida que más empresas presenten sus solicitudes y más organismos reguladores adquieran experiencia con estos productos, se espera que el proceso se agilice. La presión de la demanda del consumidor y los beneficios ambientales y éticos intrínsecos de la carne cultivada también podrían incentivar a los gobiernos a adoptar marcos regulatorios más amigables. No es una cuestión de si la carne cultivada será global, sino de cuándo y con qué velocidad.

Aquí puedes encontrar más información sobre el enfoque de la EFSA: EFSA y nuevos alimentos.

Mi perspectiva: un futuro inevitable y prometedor

Como observador de la evolución tecnológica y social, me resulta evidente que la carne cultivada no es una moda pasajera, sino una parte integral de nuestro futuro alimentario. La intersección de la necesidad (crisis climática, crecimiento poblacional), la tecnología avanzada (biotecnología) y la creciente conciencia ética (bienestar animal) crea una tormenta perfecta para la adopción de estas soluciones. Personalmente, encuentro la idea de un "cerdo infinito" no solo ingeniosa sino profundamente esperanzadora. La capacidad de disfrutar de alimentos que amamos sin el costo ambiental y ético que tradicionalmente implican, es una oportunidad que no podemos dudar en explorar y adoptar.

Los desafíos son significativos, sí. La percepción pública, la reducción de costos y la escalabilidad son obstáculos reales. Pero la historia nos ha demostrado que cuando la humanidad se enfoca en resolver problemas existenciales con innovación, los resultados pueden ser extraordinarios. La carne cultivada ofrece una vía para satisfacer las demandas proteicas de una población creciente de una manera que es significativamente más sostenible, más segura y éticamente superior. Verla pasar de la ciencia ficción a los restaurantes de élite y, pronto, a los supermercados, es un testimonio del ingenio humano y nuestra capacidad para adaptarnos y mejorar. Este no es solo un avance para la industria alimentaria; es un salto cuántico para nuestra civilización, un paso hacia una coexistencia más armónica con nuestro planeta y sus habitantes. Creo firmemente que la carne cultivada, incluyendo nuestro "cerdo infinito", no solo es el futuro, sino una necesidad para asegurar un futuro más brillante y sostenible para todos.

El camino hacia la adopción masiva requerirá paciencia y educación. Es natural que la gente tenga preguntas y reservas sobre algo tan radicalmente nuevo como la carne cultivada. Pero si nos centramos en los hechos –la reducción masiva de la huella de carbono, el fin del sufrimiento animal en la cría industrial, y la promesa de una carne más limpia y segura–, creo que la mayoría de las personas se abrirán a la idea. Al final, no se trata de reemplazar completamente la agricultura tradicional, sino de ofrecer una alternativa viable y superior que complemente nuestr

Diario Tecnología