El gran reto de la digitalización continua, según Josep Hilari

En un mundo que evoluciona a una velocidad vertiginosa, donde cada día trae consigo nuevas innovaciones y disrupciones tecnológicas, la palabra "digitalización" se ha arraigado profundamente en el léxico empresarial. Para muchos, ha sido un proyecto, una iniciativa con un principio y un final definidos, una meta a alcanzar para modernizar sus operaciones. Sin embargo, esta percepción podría estar fundamentalmente errada, o al menos, incompleta. Josep Hilari, una voz autorizada en el sector tecnológico y pieza clave en Ingram Micro, nos invita a reflexionar sobre una realidad crucial: «El gran reto es mantener la idea de que la digitalización no tiene un final, sino que es un proceso continuo». Esta afirmación, cargada de una profunda sabiduría estratégica, desmantela la noción de un destino digital para reemplazarla con la de un viaje perpetuo, una adaptación constante que redefine el significado de éxito en la era moderna.

Personalmente, creo que esta perspectiva es más que acertada; es vital. Abrazar la digitalización como un proceso sin fin es el único camino para que las organizaciones no solo sobrevivan, sino que prosperen en un entorno empresarial cada vez más impredecible y tecnológicamente impulsado. Significa pasar de una mentalidad de proyecto a una de filosofía empresarial, integrando la innovación y la adaptación en el ADN mismo de la compañía. Dejar de ver la digitalización como una tarea puntual para entenderla como un modo de vida organizacional marca la diferencia entre ser un líder del mercado o quedarse rezagado en la estela de los competidores más ágiles.

La esencia de la digitalización sin fin

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La declaración de Josep Hilari encapsula una verdad fundamental que a menudo se subestima: la tecnología no se detiene. Las herramientas que hoy consideramos vanguardistas, mañana serán el estándar y pasado mañana, obsoletas. Pensemos en la evolución de internet, la explosión de la computación en la nube (cloud computing), la irrupción de la inteligencia artificial (IA), el internet de las cosas (IoT), el blockchain y ahora la IA generativa. Cada avance no es un punto de llegada, sino un nuevo punto de partida, que abre la puerta a nuevas posibilidades, nuevos modelos de negocio y, por supuesto, nuevos desafíos.

Muchas empresas, al embarcarse en sus proyectos de digitalización, establecen objetivos concretos: implementar un ERP, migrar a la nube, automatizar ciertos procesos. Una vez alcanzados, existe la peligrosa tentación de considerarse "digitalizados". Sin embargo, la verdadera digitalización trasciende la mera implementación de tecnología; se trata de una transformación cultural y estratégica que permite a la organización reaccionar y anticiparse a los cambios del mercado. Es una mentalidad de mejora continua, de experimentación y de aprendizaje. Si una empresa completa su migración a la nube hoy, pero no está atenta a las innovaciones en serverless computing o edge computing del mañana, rápidamente perderá parte de su ventaja competitiva. La idea de Hilari nos obliga a entender que el trabajo nunca termina, lo cual, lejos de ser agotador, debe ser visto como una oportunidad constante para evolucionar y diferenciarse. Es la promesa de una empresa siempre relevante, siempre eficiente y siempre adaptada.

Desafíos inherentes a un proceso continuo

Adoptar la digitalización como un proceso sin fin trae consigo una serie de desafíos importantes, que requieren una planificación estratégica y una ejecución meticulosa. Sin embargo, afrontarlos es la única manera de asegurar la viabilidad a largo plazo de cualquier organización.

La gestión del cambio y la cultura organizacional

Quizás el mayor reto no sea tecnológico, sino humano y cultural. La resistencia al cambio es una constante en cualquier organización. Pedir a los empleados que adopten una mentalidad de aprendizaje continuo y que se adapten a nuevas herramientas y procesos de forma recurrente puede generar fatiga y desmotivación. Es crucial invertir en una sólida estrategia de gestión del cambio, que incluya comunicación transparente, formación constante y un liderazgo que predique con el ejemplo. La cultura organizacional debe fomentar la experimentación, celebrar los errores como oportunidades de aprendizaje y recompensar la proactividad en la adopción de nuevas habilidades. Las empresas deben ser incubadoras de talento y conocimiento, donde el reskilling y el upskilling sean componentes permanentes de la estrategia de desarrollo profesional. Para profundizar en cómo abordar estos cambios, un recurso excelente es este artículo sobre la gestión del cambio organizacional.

La inversión sostenida y el retorno medible

Otro desafío significativo es la necesidad de una inversión continua. La digitalización no es un gasto capital que se amortiza y se olvida. Requiere presupuestos recurrentes para nuevas tecnologías, actualizaciones, licencias y personal cualificado. Justificar esta inversión constante ante los stakeholders, especialmente si los retornos no son siempre inmediatos o fácilmente cuantificables a corto plazo, puede ser complicado. Es fundamental desarrollar métricas y KPIs que reflejen el valor a largo plazo de la digitalización, no solo en términos de ahorro de costes, sino también en mejora de la experiencia del cliente, agilidad empresarial, innovación y ventaja competitiva. La clave está en ver la inversión digital como una inversión en la futura capacidad de la empresa para competir.

La seguridad y la privacidad de los datos

A medida que las empresas se digitalizan y conectan más, también lo hacen las superficies de ataque para los ciberdelincuentes. La ciberseguridad no puede ser un proyecto "terminado"; es una batalla constante contra amenazas que evolucionan día a día. Mantener los sistemas y datos seguros en un entorno de cambio continuo requiere una vigilancia constante, actualizaciones de software, formación del personal y una inversión en soluciones de seguridad de última generación. Además, la normativa sobre privacidad de datos (como GDPR o LOPDGDD) también evoluciona, exigiendo a las empresas una adaptación permanente de sus políticas y procedimientos. Es un área donde la complacencia es simplemente inaceptable. Para entender mejor la dinámica actual, un informe relevante sobre tendencias en ciberseguridad puede ser muy útil.

Beneficios de abrazar la continuidad digital

A pesar de los desafíos, los beneficios de abrazar la digitalización como un proceso continuo son inmensos y fundamentales para la prosperidad en el panorama empresarial actual y futuro.

Mayor agilidad y resiliencia empresarial

Una organización que está constantemente adaptándose y optimizando sus procesos digitales es inherentemente más ágil y resiliente. Puede pivotar rápidamente ante nuevas demandas del mercado, interrupciones en la cadena de suministro o crisis económicas inesperadas. La pandemia de COVID-19 sirvió como un crudo recordatorio de la importancia de la digitalización para mantener la operatividad y la conexión con clientes y empleados en circunstancias extraordinarias. Las empresas con una base digital sólida fueron las que mejor pudieron afrontar el confinamiento y la disrupción.

Innovación constante y ventaja competitiva

La continuidad digital alimenta la innovación. Al estar siempre al tanto de las últimas tecnologías y tendencias, las empresas pueden identificar nuevas oportunidades para desarrollar productos y servicios disruptivos, mejorar la experiencia del cliente y optimizar sus operaciones internas. Esta capacidad de innovar de forma constante es un diferenciador clave en mercados saturados, permitiendo a las empresas mantenerse a la vanguardia y capturar nuevas cuotas de mercado. La digitalización continua no solo es adoptar lo nuevo, sino también anticiparse a lo que vendrá y ser proactivo en su desarrollo.

Experiencia del cliente mejorada

En la economía actual, la experiencia del cliente (CX) es tan importante como el producto o servicio en sí. Una digitalización continua permite a las empresas recopilar y analizar datos de los clientes de manera más efectiva, personalizar interacciones, ofrecer un soporte multicanal eficiente y anticiparse a sus necesidades. Esto se traduce en una mayor satisfacción del cliente, lealtad a la marca y, en última instancia, en un crecimiento de los ingresos. La inversión en tecnologías que mejoran la CX es una inversión directa en el valor del cliente a largo plazo. Un buen ejemplo de cómo se está transformando esto se puede ver en artículos sobre la experiencia de cliente impulsada por tecnología.

Optimización operativa y reducción de costes a largo plazo

Aunque la inversión inicial y continua pueda parecer alta, la digitalización conduce a una optimización operativa significativa a largo plazo. La automatización de tareas repetitivas, la mejora de la eficiencia energética de los procesos, la reducción de errores humanos y la optimización de la cadena de suministro gracias a la analítica de datos, todo ello contribuye a una estructura de costes más eficiente. Al eliminar redundancias y mejorar la fluidez de los procesos, las empresas no solo ahorran dinero, sino que también liberan recursos humanos para tareas de mayor valor añadido.

El papel de los distribuidores tecnológicos como Ingram Micro

En este viaje interminable de digitalización, las empresas no están solas. Distribuidores tecnológicos como Ingram Micro juegan un papel absolutamente crucial, actuando como facilitadores y guías en este complejo ecosistema. Su valor reside en su capacidad para aglutinar un vasto catálogo de soluciones tecnológicas de diversos proveedores, ofrecer conocimientos especializados y proporcionar un soporte integral a sus partners y clientes finales.

Ingram Micro, como uno de los mayores distribuidores de tecnología a nivel mundial, está posicionado de forma única para ayudar a las empresas a navegar por la complejidad de la digitalización continua. No se trata solo de vender hardware o software; se trata de construir ecosistemas de soluciones adaptadas, de ofrecer consultoría sobre las mejores prácticas, de facilitar la formación y de asegurar que las empresas tengan acceso a las herramientas más adecuadas para sus necesidades cambiantes. Proporcionan la infraestructura, las alianzas y el conocimiento que muchas empresas necesitarían años en construir por sí mismas. Su visión de la digitalización como un proceso continuo se alinea perfectamente con la necesidad de sus clientes de tener un socio tecnológico que entienda la evolución constante del mercado. Para conocer más sobre su propuesta, la página oficial de Ingram Micro España es un buen punto de partida.

En mi experiencia, la elección de un buen partner tecnológico es tan crítica como la propia estrategia de digitalización. Un distribuidor experimentado puede ofrecer una visión de 360 grados, conectando a las empresas con la inteligencia artificial, la ciberseguridad, las soluciones en la nube, el IoT y mucho más, todo bajo un mismo paraguas. Esto simplifica enormemente el proceso para las organizaciones, permitiéndoles centrarse en su negocio principal mientras confían en expertos para gestionar sus necesidades tecnológicas evolutivas.

Mirando hacia el futuro: ¿qué sigue en la ola digital?

Si la digitalización es un proceso continuo, la pregunta natural es: ¿qué nos depara el futuro? Estamos viendo la explosión de la IA generativa, que promete transformar radicalmente la forma en que trabajamos y creamos. El metaverso, aunque aún en sus primeras etapas, plantea nuevas avenidas para la interacción y el comercio. La computación cuántica, aunque más a largo plazo, podría redefinir los límites de lo que es computacionalmente posible.

Pero más allá de las tecnologías específicas, el futuro de la digitalización continua se centrará cada vez más en aspectos como la ética y la sostenibilidad. La digitalización debe ser una fuerza para el bien, asegurando la equidad, la privacidad y la responsabilidad en el uso de los datos y las máquinas. Asimismo, la sostenibilidad se integrará de forma intrínseca en las estrategias digitales, buscando no solo la eficiencia económica, sino también la reducción del impacto ambiental y la promoción de prácticas empresariales socialmente responsables. La digitalización no puede avanzar sin considerar su huella ecológica y social. Explorar la relación entre ambos es fundamental, como se discute en este análisis sobre digitalización y sostenibilidad. Las empresas que abracen estas dimensiones en su viaje digital serán las que no solo innoven, sino que también construyan un futuro más justo y sostenible.

En definitiva, la digitalización continua no es solo una estrategia tecnológica; es una filosofía empresarial que abraza el cambio, fomenta la innovación y prioriza la adaptación. Es la única vía para que las organizaciones se mantengan relevantes, competitivas y resilientes en un mundo en constante transformación. La visión de Josep Hilari es una brújula invaluable en este viaje.