Nadie ha logrado convencerme de cambiar mi MacBook Air M1, pero ahora tengo un candidato para 2026 y es el más barato

Desde aquel emocionante lanzamiento en noviembre de 2020, mi MacBook Air con el chip M1 se ha erigido como un pilar inamovible en mi configuración tecnológica. Recuerdo el revuelo, la incredulidad inicial ante la promesa de un rendimiento brutal sin ventiladores y una duración de batería sin precedentes. Como muchos, fui escéptico. ¿Podría Apple realmente redefinir el mercado de portátiles con un chip propio, dejando atrás a décadas de Intel? La respuesta, como millones de usuarios hemos comprobado, fue un rotundo y enfático sí. Mi MacBook Air M1 no solo cumplió esas promesas, sino que las superó, entregando una experiencia de usuario fluida, eficiente y sorprendentemente potente para un equipo de su categoría y precio. Han pasado más de tres años, y a pesar de la llegada de nuevas iteraciones con los chips M2 y M3, la verdad es que ninguna de ellas me ha ofrecido una razón suficientemente convincente para justificar una actualización. Mi M1 sigue siendo un caballo de batalla excepcional, capaz de manejar sin inmutarse todas mis tareas diarias, desde la edición de vídeo ligera hasta la programación y la gestión de múltiples aplicaciones simultáneamente. Sin embargo, el futuro siempre avanza y, aunque satisfecho con mi actual máquina, mis ojos ya están puestos en un horizonte lejano: el año 2026. Y sorprendentemente, el candidato que me ha seducido para ese entonces no es el modelo Pro de turno, sino el más asequible de su generación. Este es el relato de cómo un chip revolucionario me enseñó a esperar y a valorar la verdadera innovación por encima de la mera iteración, y cómo la paciencia puede premiarte con la mejor relación calidad-precio.

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