La noticia ha caído como un jarro de agua fría en las cúpulas de las grandes empresas de telecomunicaciones y productoras de contenido. Lo que se perfila
En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, es común que dispositivos electrónicos que antes considerábamos esenciales, terminen arrumbad
Durante años, la TDT ha sido la espina dorsal del consumo televisivo en millones de hogares. Desde su implantación, que supuso un salto cualitativo respecto a la antigua televisión analógica, nos ha proporcionado una oferta más amplia y de mayor calidad. Sin embargo, el mundo ha seguido girando y la tecnología ha avanzado a pasos agigantados. La irrupción masiva de plataformas de streaming, la omnipresencia de internet de alta velocidad y la consolidación de los televisores inteligentes han ido erosionando, poco a poco, la experiencia tradicional de la TDT. Nos hemos acostumbrado a buscar contenidos por nombre, a consumirlos a la carta y a olvidarnos de qué canal emite qué. La idea de "sintonizar" un canal, con sus barridos de frecuencia y sus complejas reordenaciones, choca frontalmente con esta nueva realidad digital, donde todo es instantáneo y accesible con un clic.