Desde su anuncio, la baliza de preseñalización de peligro V16 ha generado una expectación considerable, y no siempre exenta de controversia. Este pequeño dispositivo, que a partir del 1 de enero de 2026 reemplazará a los tradicionales triángulos de emergencia, promete revolucionar la seguridad vial en España al incorporar conectividad. Sin embargo, junto a sus indudables beneficios, han surgido numerosas dudas y, seamos sinceros, también una buena dosis de desinformación, especialmente en lo que respecta a la supuesta capacidad de rastreo constante por parte de la Dirección General de Tráfico (DGT).
La ciberseguridad, esa disciplina compleja y en constante evolución, se ha convertido en uno de los pilares fundamentales para la confianza en cualquier
Imagínese en una carretera secundaria, de noche, bajo una lluvia torrencial. Su coche sufre una avería inesperada y se ve obligado a detenerse en el arcé
La seguridad en la carretera no debería ser una preocupación que posponemos. En un mundo donde la inmediatez a menudo prima sobre la prevención, es fácil
La Dirección General de Tráfico (DGT) ha iniciado un nuevo capítulo en su estrategia de seguridad vial en España, uno que promete ser tan polémico como efectivo. Lejos de los tradicionales dispositivos que controlan la velocidad, una nueva generación de sistemas de vigilancia ha comenzado a desplegarse por nuestras carreteras, y su objetivo es tan claro como una línea blanca sobre el asfalto: detectar y sancionar a aquellos conductores que, por descuido, prisa o imprudencia, deciden ignorar la prohibición de pisar o rebasar la línea continua. Este avance tecnológico, que muchos ya tildan de "los radares más temidos", representa un cambio significativo en la forma en que se controla uno de los comportamientos más arriesgados y, sin embargo, más extendidos entre los automovilistas.