La supuesta unicidad de las huellas dactilares bajo escrutinio

Desde hace más de un siglo, la idea de que nuestras huellas dactilares son patrones absolutamente únicos e irrepetibles, una firma biológica intransferible que nos distingue de cualquier otra persona en el planeta, ha sido una piedra angular en la ciencia forense y en los sistemas de identificación. Esta creencia, profundamente arraigada en el imaginario popular y en la práctica judicial, nos ha llevado a confiar ciegamente en la identificación dactilar como una prueba irrefutable. ¿Quién no ha visto en innumerables películas y series de televisión cómo una huella dactilar es el eslabón final que conecta a un criminal con la escena del crimen, resolviendo el misterio de manera inequívoca? Sin embargo, ¿qué pasaría si esta premisa fundamental, esta verdad aparentemente universal, no fuera tan sólida como siempre hemos creído? Las recientes investigaciones y los avances en el estudio de la biometría están comenzando a plantear una pregunta incómoda: ¿es posible que tus huellas dactilares no sean tan únicas como pensabas? ¿Existe una posibilidad real de que haya dos iguales? Acompáñanos a explorar esta fascinante y, quizás, perturbadora perspectiva.

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Da igual lo larga o compleja que sea, la contraseña de tu router WiFi no sirve para nada si ignoras este botón

En la era digital actual, la seguridad de nuestra red WiFi doméstica se ha convertido en una preocupación primordial. Confiamos en ella para conectar desde nuestros teléfonos y ordenadores hasta los electrodomésticos inteligentes y sistemas de seguridad. La primera línea de defensa, y la más obvia para muchos, es una contraseña robusta: una combinación larga, alfanumérica, con caracteres especiales, que nos hace sentir invulnerables ante intrusos. Nos esforzamos en crearla, en recordarla, o en almacenarla de forma segura. Sin embargo, ¿qué pasaría si te dijera que, a pesar de todos tus esfuerzos por blindar esa contraseña, existe una puerta trasera en tu router que podría dejarte completamente expuesto con solo pulsar un botón, o incluso sin que nadie lo pulse? Este escenario, lejos de ser ciencia ficción, es una realidad para millones de usuarios, y el protagonista de esta vulnerabilidad es un pequeño, a menudo ignorado, pero increíblemente peligroso, botón: el WPS.

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